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AMOR
ES.
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UNA MIRADA PSICOLÓGICA
Juan Llamas Alonso
En psicología, ¿qué se entiende por amor?
“El amor, lo que supone a grandes rasgos -a nivel emocional-, es el final del proceso de enamoramiento en el que una persona entiende, quiere y necesita estar con otra, ya sea de su mismo sexo o de sexo opuesto, y necesita ese amor como herramienta que le favorezca y le facilite, en cierto modo, su vida. Este amor se entiende más desde el punto de vista de la pareja, pero hay otros tipos de amor que no se eligen, como el amor familiar, y otros que, de algún modo, elegimos, como el amor relacionado con la amistad”.
En las últimas décadas, ¿cómo ha evolucionado el concepto social del amor en nuestro país?
“La evolución ha sido enorme. Aún no sabemos con seguridad si para mejor o para peor. Pero, desde mi punto de vista, para mejor. Nos encontramos en un momento en el que están apareciendo, o se están aceptando nuevas formas de amor. Hace poco, descubrí una serie que hablaba del poliamor. Ese tipo de relaciones, en los años 50, era impensable. Yo creo que hay un punto de inflexión, más allá de la Transición Española -que normalizó muchos aspectos sociales con los que hoy convivimos-: pienso que la clave está en las redes sociales, en la globalización y en la rapidez con que las modas se suceden. Esto hace que todos los comportamientos sean “válidos”, se puedan aplicar en la vida con un por qué, y haya alguien que los lleve a cabo. Y el terreno del amor no ha quedado excluido de ello. Pienso que, al final, vamos a llegar a una crisis identitaria ya que, si todo vale, no hay exclusiones y todo está bien. Creo que nos acercamos a una situación complicada a nivel social”.
¿Por qué el amor tiene tanto peso en la vida de las personas?
“Para esto, creo que es buena idea echarle un vistazo al cerebro, y saber que hay áreas del mismo asociadas al placer y a los sistemas de recompensa. Esto hace que persigamos situaciones en las que obtengamos ese placer, y busquemos una serie de sensaciones que el amor nos va a dar. Esta sería la explicación a nivel cognitivo-neurológico. Por otro lado, somos seres que tenemos que vivir en conjunto y, al final, estamos hechos para mantener a la especie, con lo cual el amor surge en parte por una necesidad biológica. Pero, como seres humanos -y aunque hay estudios que afirman que hay personas que no son tan estables-, siempre buscamos la tranquilidad y la estabilidad, y eso la pareja nos lo puede dar. Esta sensación de estabilidad se prolonga a lo largo de los años: es bonito ver cómo muchos matrimonios de 50 o 60 años aseguran que, de lo poco que les queda, es su pareja”.
Desde un punto de vista psicológico, ¿cuál es el diferencia entre amor y enamoramiento?
“El amor es como el objetivo final. Para llegar hasta el amor tenemos que recorrer el camino del enamoramiento, que son esas sensaciones de “mariposas” en el estómago, ese pensar en qué estará haciendo la otra persona... Claro, todo eso, cuando al final se consolida, es muy difícil que se vuelva a vivir. Por eso hay personas que, cuando lo consiguen, lo dejan y buscan otra pareja. Esto sucede porque lo que les gusta es el camino. Es algo parecido a preparar un viaje: hay gente que disfruta mucho más buscando los vuelos, planificando el viaje, buscando en Google monumentos o dónde comer… Pero cuando llegan, ya está todo hecho, el viaje no lo viven. Por tanto, es bueno conocer esa diferencia. El amor, al fin y al cabo, es -o pretende ser- el resultado del enamoramiento, pero el enamoramiento es una fase clave para conseguir ese amor”.
¿Cuáles son los síntomas que experimentamos cuando nos enamoramos?
“Aquí habría que diferenciar síntomas a nivel cognitivo -de pensamiento-, síntomas a nivel emocional y síntomas a nivel conductual. También depende mucho de la edad: una persona de 50 años que se enamore de otra va a tener síntomas diferentes a una persona de 14 o 15 años debido a la experiencia, que va modulando todo esto. Pero, a grandes rasgos, a nivel físico experimentamos esa sudoración, el aumento de las taquicardias, esas “mariposas en el estómago”… A nivel cognitivo, el pensar recurrentemente en la otra persona, pensar qué estará haciendo -aunque no de manera obsesiva-, creer o tener esquemas sobre lo que vais a hacer juntos… Y, a nivel conductual, realizar llamadas, intentar hacer regalos… Es un conjunto de situaciones que se pueden dar en algunas personas y en otras no tanto, pero que están relacionadas con esa sintomatología de estar enamorado".
¿Qué se entiende por crisis amorosa? ¿Es buena o mala para una relación?
“Esta pregunta es complicada. Es como en el deporte: hay entrenadores que dicen que hay derrotas que son positivas. Una derrota es positiva cuando a largo plazo ves si, a partir de ahí, hubo un punto de inflexión. Por lo tanto, las crisis, en cierta medida son malas, porque suponen una ruptura con la rutina que tienes con esa pareja, supone que haya disputas, hay un punto en el que crisis posteriores son todavía peores que las primeras … Además, yo creo que una crisis es el escenario en que las discusiones y roces y se han llevado al extremo. Por discutir un par de días con tu pareja no estás en crisis. Una crisis es una situación límite en la que, incluso, aparece la separación como posible solución. Hay crisis en las que la pareja sale reforzada, por supuesto, pero no siempre es así. Por tanto, habría que analizar cada relación y cada situación para averiguar si esa crisis ha sido positiva o no, pero nunca en el momento de esta. A veces, puede ser un indicador de alarma, o la señal de que se ha terminado. Cada vez somos menos tolerantes con el mundo, y también con nuestra pareja. Por tanto, hay más crisis. Hay muchas que serían evitables teniendo un poco de empatía, tolerando y, sobre todo, manteniendo una buena comunicación".
Para tí, a nivel personal, ¿qué significa el amor?
“En mi opinión, el amor es una de las grandes virtudes del ser humano, que nos diferencia del resto de animales. Es decir, la capacidad para arroparte, para verte reflejado en el otro y, sobre todo, para depositar parte de tu vida -si no toda- en la otra persona. Es algo que solo el ser humano lo puede hacer, y lo puede hacer bien. Y es algo que tenemos que cuidar porque es maravilloso, ya sea entre pareja, en familia o entre amigos".
¿Qué es el desamor? ¿Tiene una connotaión necesariamente negativa?
“El desamor por sí mismo no existe, lo que pasa que el lenguaje hace que tengamos que utilizar esa palabra. Pero, al final, el desamor no es más que mostrar atención a otras cosas que no son el amor. Es decir, cuando una persona empieza más a mirarse a sí misma, a sus intereses más personales o particulares, antes que a los de la pareja… Ahí, lo que se produce es una reducción de ese amor, pero no hay desamor. El desamor no tiene por qué ser negativo. Es verdad que a veces esa “botella” llena de amor se tiene que vaciar, pero no por eso uno está más “desenamorado”. Aunque hoy en día se utilice con connotaciones negativas, es una simple cuestión del uso del lenguaje".
Como profesional, ¿qué has aprendido de tus pacientes sobre todo esto?
“He aprendido bastante y, en cierta medida, ser psicólogo y trabajar con adultos tiene una parte que te afecta, y con la que muchas veces empatizas. Hay un lado muy positivo, y es que te ayuda a prevenir: cuando vienen parejas de, por ejemplo, 30 o 35 años de relación, te cuentan sus problemas, y ves que hay un patrón que muchas parejas suelen repetir. Esto te sirve de alarma para llevarte el problema a tu terreno, y cultivar la prevención. La función preventiva de esto es importante para mí. Por otra parte, hay una experiencia que me enriqueció mucho a nivel amoroso. Fue antes de casarme, en la época en la que estaba haciendo cursos prematrimoniales: se trata del caso de un paciente que tiene unos 58-59 años, y cuya mujer tiene Alzheimer en un en un estadio bastante avanzado, donde prácticamente no reconoce a nadie y donde tiene unas limitaciones extremas. Fue una conversación muy bonita, y muy emocionante. Me dijo que, en ningún momento, la iba a dejar sola y que, hasta el final de sus días, iba a estar ahí. Y eso es una lección que siempre trato de transmitir: él me decía <<lo hago por ella, pero también lo hago por mí. Porque ella, mañana, se olvidará de si yo he pasado esta noche con ella, pero yo no lo podré olvidar>>. Esto es algo muy bonito que me lo guardo, e intento transmitirlo y llevarlo a la práctica".